A los creyente en Cristo según las Escrituras ahora ni la muerte física los podrá separar de Cristo. Sus almas siempre parten y están consciente con el Señor. Ellos no tienen que esperar hasta la resurrección para saber si van al cielo.

Jesús dijo: "De cierto, de cierto os digo: 'El que cree en Mí, tiene vida eterna'" Juan 6:47

1. Para Pablo el “estar ausentes del cuerpo” era estar “presentes al Señor”.

“Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” 2 Corintios 5:8

Observa que después de la ascensión de Cristo al cielo ya hay almas creyentes "que están en los cielos".

"Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos (incluyendo almas creyentes que murieron), y en la tierra (creyentes vivos), y debajo de la tierra (almas incrédulas que han muerto); y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre" Filipenses 2:9-11

2. Para Pablo el morir físicamente era “partir” del cuerpo para “estar con Cristo lo cual es muchísimo mejor”.

“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros” Filipenses 1:21-24

3. Para Pedro el morir físicamente era “abandonar el cuerpo”. Se refería a su propia muerte física con la frase “después de mi partida”.

“Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas” 2 Pedro 1:13-15

4. Después de la ascensión de Cristo al cielo, todos “los espíritus de los justos hechos perfectos”, aparecen de inmediato en el cielo. Esto lo afirman las Escrituras literalmente.

“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos” Hebreos 12:22-23

"Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" Hebreos 10:14

"Proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros" Hebreos 11:40

"Así que, por eso es Mediador de un Nuevo Pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna" Hebreos 9:15

5. Juan en la descripción del trono de Dios en el cielo vio “bajo el altar las almas de los que habían sido muertos”, de los santos martirizados de la futura Tribulación mundial, que aparecen al instante vivas, conscientes y que “clamaban a gran voz” al Señor.

“Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos” Apocalipsis 6:9-11

6. Juan vio también como “las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús” de la futura Tribulación mundial serán reunidas con sus futuros cuerpos glorificados (en la resurrección) antes de empezar el Reino Milenial literal de Cristo.

“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Ésta es la primera resurrección” Apocalipsis 20:4-5

7. Moisés, quien si murió físicamente, aparece viva su alma antes de la resurrección hablando con Jesús y Elías en la Transfiguración.

“Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Él” Mateo 17:3

Lucas escribió que Moisés y Elías “…hablaban de Su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén” Lucas 9:31

8. Pablo también consoló a los creyentes en Tesalónica al asegurarles que verían a sus seres queridos que habían partido con el Señor, les afirmó que en el día del arrebatamiento de la Iglesia “también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él”.

Observa que las almas de los que durmieron en Él “traerá Dios con Jesús” del cielo para recibir un cuerpo glorificado en el aire, “Y así estaremos siempre con el Señor”.

“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” 1 Tesalonicenses 4:13-18

9. En el Nuevo Testamento la palabra “duerme” o “durmieron” es un eufemismo para describir la muerte del cuerpo del creyente, nunca su alma.

"Dicho esto, les dijo después: 'Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle'. Dijeron entonces sus discípulos: 'Señor, si duerme, sanará'. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: 'Lázaro ha muerto'" Juan 11:11-14

Nuestras almas son eternas y conscientes. Ellas siempre parten o abandonan el cuerpo al momento de morir.

“Todo lo hizo hermoso ['apropiado' - LBLA] en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” Eclesiastés 3:11

En Mateo 22:31-32, Jesús, respondiendo a la pregunta del matrimonio, la vida después de la muerte y la resurrección, cita Éxodo 3:6 y añade Su comentario de autoridad:

“¿No habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: 'Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob'? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos"

Las palabras de Jesús claramente implican que los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob estaban en los días de Jesús aun vivos, de alguna manera.

La biblia no enseña "el Sueño del Alma" o más precisamente la doctrina de la “Inmortalidad Condicional”. Ésta es la creencia de que cuando las personas mueren, sus cuerpos y almas duermen en la tumba hasta que resucitan físicamente. Ésta falsa doctrina es enseñada por la sectas de los Testigos de Jehová y Adventistas del Séptimo Día.

10. Cuando la biblia se refiere a que “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados” se está refiriendo exclusivamente a la resurrección del cuerpo, no del alma.

Los creyentes tendrán resurrección corporal para vida eterna y los incrédulos para vergüenza y confusión perpetua. Lo mismo ocurre con la referencia de Cristo citada en Jn. 5:28-29.

“Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” Daniel 12:2

"No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" Juan 5:28-29

11. "Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí" Juan 14:6

Las almas de los creyentes antes de la muerte de Cristo por nuestros pecados, resurrección y ascensión no podían aun ir al cielo. Ellas solo subirían al cielo luego de la ascensión de Cristo. Así lo dijo Jesús mismo a Nicodemo y luego Pedro a los judíos el día de Pentecostés.

"Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo" Juan 3:13

"Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy... Porque David no subió a los cielos..." Hechos 2:29, 34a

El velo simbólico del templo judío aun no se había rasgado y la sangre de animales no podía "hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica[ba] ese culto". Solo la sangre de Cristo cuando dijo "consumado es" (Jn. 19:30; Mt. 27:50-52) haría que el velo simbólico se rompiera para que todo creyente ahora cuándo muere pueda ir directamente al cielo.

"Dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo (al cielo mismo), entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie. Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste solo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas" Hebreos 9:8-10

Estas almas entonces iban al "Seol" (en hebreo) o "Hades" (en el griego) que era el lugar temporal e intermedio de los muertos ubicado en el centro o "el corazón de la tierra" (Dt. 32:22; 1 Sam. 28:11-15; Job 26:5; Sal. 86:13; Isa. 7:11; Ezek. 31:14-16, 18; Mt. 12:40).

El "Seol" o "Hades" tenía dos compartimientos: uno llamado el lugar de consuelo,"el Paraíso" o "el Seno de Abraham" para las almas creyentes y el otro era un lugar de llama atormentadora llamado "el infierno" separados ambos compartimientos por un "gran abismo". Cuando leemos las narrativas literales históricas de la muerte del Rico y Lazaro (Lc. 16:19-31) y de la promesa de Jesús dicha al ladrón en la cruz (Lc. 23:42-43) vemos la descripción de estos dos lugares.

"Y dijo [el ladrón] a Jesús: 'Acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino'. Entonces Jesús le dijo: 'De cierto te digo que hoy estarás Conmigo en el Paraíso'" Lucas 23:42-43

Una vez Cristo murió Su alma partió de Su cuerpo al "Hades", específicamente al compartimiento del "Paraiso" o "Seno de Abraham". Allí Su alma estuvo "en el corazón de la tierra tres días y tres noches" antes de Su resurrección.

"Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches" Mateo 12:40

Pedro en su predicación en Hechos 2 cuando citó el Salmo 16, declaró que Dios no dejaría el alma de Cristo en el Hades, ni permitiría que Cristo Su Santo viera corrupción.

“Porque no dejarás Mi alma en el Hades, ni permitirás que Tu Santo vea corrupción… viéndolo antes (David), habló de la resurrección de Cristo, que Su alma no fue dejada en el Hades, ni Su carne vio corrupción” Hechos 2:27, 31

"Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?" Efesios 4:9

Después de la resurrección y ascensión corporal de Cristo a la casa del Padre en el cielo (Jn. 14:1-6), toda alma creyente redimida "por Su propia sangre" una vez muere, va directamente al cielo, al verdadero "Lugar Santísimo" donde está "presente Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes venideros".

"Pero estando ya presente Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por Su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo (al cielo mismo), habiendo obtenido eterna redención" Hebreos 9:11-12

No fue sino hasta que Cristo muriera por nuestros pecados, resucitara de entre los muertos y ascendiera al cielo que "el tiempo de reformar las cosas" vendría. Sin excepción alguna, ahora todo creyente en Cristo que muere su alma parte al instante al cielo (2 Cor. 5:8). Después de la ascensión de Cristo "el Paraíso" ya no se encuentra en el Hades sino en la casa del Padre en "el tercer cielo". Pablo lo describió así:

"Ciertamente no me conviene gloriarme; pero vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar" 2 Corintios 12:1-4

12. Concluyo con la afirmación del principio: Al creyente en Cristo según las Escrituras ahora ni la muerte física lo podrá separar de Cristo. Su alma siempre parte y esta consciente con el Señor (2 Cor. 5:8; Flp. 1:21-24; Heb. 12:22-23; Ap. 6:9-11).

Un último ejemplo es el momento del martirio de Esteban donde viendo a Cristo en el cielo a la diestra del Padre le dice: "Señor Jesús, recibe mi espíritu" (Hechos 7:55-60). El Señor Jesucristo cuando le dio la gran comisión a Sus discípulos prometió estar con ellos como creyentes “todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19-20). Su omnipresencia a través del sello del Espíritu Santo es garantizada para todo creyente (Jn. 14:17-18; Ef. 1:13-14).

Pablo dijo a los creyentes romanos que nada ni nadie "nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. ¡Somos inseparables en Cristo!

“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 8:38-39

¡Maranata!

Carlos Téllez

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